Ésta es la segunda parte de la historia, cuya primera parte la encontrareis fácilmente en el link de a continuación:

El señor
Martínez le explicó con pelos y señales
todas las historias y hazañas que había
vivido durante ese último año, y
su mujer le explicó también
como lo estaban pasando ellos en casa en Barcelona.
Al día
siguiente los soldados se dirigieron nuevamente a las montañas
donde recibía la instrucción y el entrenamiento. La señora
García se dirigió, tras una dura despedida, hacia
Teruel capital dispuesta, a desgana, a volver a Barcelona y a seguir con la
triste y melancólica rutina. Los días de después del
encuentro fueron todavía más
duros que antes ya que, y aparte, se supo que acababa de empezar a
posteriormente llamada Batalla de Teruel en la que cayeron muchos hombres del
bando republicano.
Algo más de
un año después la guerra terminó
oficialmente.
El 1 de abril de 1938. Todos los soldados republicanos fueron detenidos y
recluidos. Al señor Martínez lo trasladaron a la cárcel
más
cercana a Zaragoza donde posteriormente fue interrogado. Por suerte, el señor
Martínez nunca antes había participado en ningún
partido político ni sindicato por lo que fue liberado y sin cargos al
poco tiempo.
En Barcelona, en la estación de
Francia, situada en el barrio del Born de Barcelona, donde cada día
llegaban trenes de pasajeros con decenas de soldados republicanos que habían
sido liberados de los distintos frentes de España. La
señora García cada día se
dirigía a la estación para ver si su marido llegaba ya
que, desde su última visita no había tenido más
noticias suyas, ni tampoco ninguna lista de las bajas tras la batalla ni de
detenidos, nada. Cada vez que la señora se dirigía a
la estación se iba forjando una rutina: llegar, observar,
preocuparte, buscar, volver a casa, y finalmente llorar. Su preocupación era
cada vez mayor y más dolorosa.

El niño, el
pequeño Enrique ya temía casi 3 años i
a causa de no haber visto a su padre lo suficiente hizo que no lo conociera lo
suficiente como para sentirse a gusto en su regazo por lo que lloraba. Nueve
meses más tarde del emotivo y esperado retorno que supuso la vuelta
a casa del señor Martínez, nació
un
segundo hijo de pelo oscuro y ojos castaños, el pequeño
Luis.
Vivieron felices en matrimonio unos
cuarenta años más. Tuvieron una preciosa hija unos años más
tarde.
Espero que esta bonita historia de amor, totalmente verídica, haya sido de su agrado. Probablemente publique otras historias en las próximas entradas.