Esta entrada es algo especial. No voy
a proponer ninguna idea nueva para un proyecto en concreto, ni hablaré
de algún tema de
actualidad en la sociedad. Bueno, no desde el punto de vista en el que suelo enfocar las otras entradas del blog. En esta entrada me gustaría
presentaros uno de mis sueños. Una de esas cosas que me
encantaría
lograr en la vida.
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MediaLab - Ingeniería multimedia |
Actualmente estoy estudiando ingeniería multimedia, que viene
a ser una concreción de la ingeniería informática de toda
la vida. Me quiero especializar en el ámbito de la
gestión, liderazgo y dirección de
proyectos,
etc, por lo que, para concluir con esta pequeña introducción a mi yo
actual, uno de mis mayores sueños sería entrar a trabajar
en el mundo de la gran empresa, uniéndome a una, o creando una de mi
propiedad desde cero, en la que base su política
empresarial en reflotar los países del tercer mundo a partir de las
energías limpias, y como consecuencia, colaborar
en la erradicación la pobreza en esos países, y a su
vez, contribuir en la empresa, en la sede central, con amplios beneficios
que potencien nuevas investigaciones e inversiones de terceros.
Con mis pocos años de
experiencia en la vida, me he dado cuenta de que si una idea o proyecto no es
capaz de generar un beneficio a corto plazo, es automáticamente
desechada, pero creo que la gente, los grandes empresarios y controladores del
mundo, no se dan cuenta de que invertir en la gente y en la Tierra, en
nuestro planeta que nos ha visto nacer y que nos verá
morir,
a nosotros y a nuestros seres queridos, siempre generará
un
gran beneficio (y no solo económico) que podrá
ser
provechoso para muchos en la actualidad y para las nuevas generaciones.
La mayoría de gente
que compra ciertos productos ni se pone a pensar de donde provienen los
materiales por los que está compuesto lo que acaba de comprar, e
incluso, ni se plantea los componentes que forman dicho artículo. Esa
preocupación
no existe, y lo que es peor, a la hora de desechar dicho producto, la gran
mayoría
de gente no lo recicla ni tampoco se cuestiona donde irá
a
parar una vez lo haya tirado ni mucho menos qué se hará
con él, por lo
que el "sentimiento" de acción ante lo que está
sucediendo
es prácticamente
inexistente.

A medida que la tecnología se ha ido
acoplando cada vez de forma permanente a nuestras vidas, la gran industria
se ha ido expandiendo también de forma proporcional, ha hecho que
el dinero se convierta, más aún de lo que
ya era en el pasado, en una fuente de egoísmo, avaricia y de falta de empatía pues deja
de resultar importante ayudar a los demás, porque deja de valorarse la moral
la cual se ve sustituida por una necesidad descontrolada de poder. La expansión de la gran
industria, a consecuencia de la nueva tecnología en
desarrollo y también en expansión, está
haciendo
del mundo un lugar contaminado y mancillado, y nosotros somos los únicos
culpables de que esto suceda, y sin embargo, son muy pocos los que están dispuestos
a hacer verdaderos cambios para mejorarnos la vida a todos. El nivel de
contaminación
en las ciudades y terrenos en general ha aumentado considerablemente a lo largo
de los años,
contaminando también a las personas. Por culpa de la contaminación ha crecido
la tasa de enfermedades cardio-respiratorias, entre otras enfermedades, y los
pudientes del mundo, por lo general, tan solo se plantean hacer algo contra
ello cuando un ser querido se ve afectado por eso (como mucho). Al igual que se
investiga una cura para la malaria, el cáncer, el VIH (entre otras muchas
enfermedades incurables hasta la fecha), la pobreza también es una
clase de enfermedad que hay que erradicar, y la manera más eficaz de
lograr eso, teniendo en cuenta que el dinero es lo que realmente mueve montañas en este
mundo (por desgracia), es hacer que las grandes empresas (existentes o por
crear) abran sucursales en esas zonas, o creándolas de
cero ahí puesto
que eso hará que
el capital del mundo se dirija también a esos países, pero no
con la intención
de ahorrar dinero en la mano de obra, si no con la intención de
potenciar estas zonas, olvidadas hasta la fecha, para ayudar a las personas
de ahí y a la vez, sacar un beneficio de ello, cosa que impulsará
a
nuevas empresas a invertir en esos territorios también.
Las fuentes principales de energía que el ser
humano aprovecha en la realidad son el petróleo, el gas
y la energía nuclear, aunque es cierto que cada vez más se está invirtiendo en la energía eólica (por inversores privados) y cada vez con menos subvenciones por parte de los gobiernos. Todas
ellas contaminantes y perjudiciales para la Tierra y su atmósfera, pero ¿y si las
energías limpias pudiesen sustituir todo eso? Una de las
razones por las que algunos gobiernos no invierten en las energías limpias
es porque son estéticamente
poco atractivas, pero hablando con sinceridad: es mucho más bonito un
campo verde con grandes molinos blancos, que grandes centrales nucleares con
altas columnas grises y sucias sacando humo.
Muchos países económicamente
pobres son también ecológicamente
sostenibles y todavía sin potenciar. En la zona
del África
Subsahariana, por ejemplo, el nivel de sol que hay es exasperante y no se
aprovecha para nada más que para ahogar de sequía y calor a
su población,
pero si en cambio, partes de los extensos terrenos deshabitados y todavía no
explotados, se instalase una empresa pionera en energía solar, que
llenase los terrenos de grandes y potentes placas fotovoltaicas, no solo
ofrecería empleo (y por lo tanto, mejoraría la vida de
la sociedad local), si no que también generaría una gran
cantidad de energía que podría ser
aprovechada y vendida a terceros, por lo que la empresa se aseguraría un gran
beneficio, y solo dependería de la inversión inicial
pues la expansión de la empresa a un nuevo territorio
y la compra de todos los paneles solares necesarios, resulta muy costoso.
Este sueño es algo
que siempre ha estado y siempre me ha carcomido la mente. He estado
influenciada por la tesis humanista y civilista del economista germánico/británico E.
F. Schumacher expresada en su libro: Lo pequeño es hermoso publicado
por primera vez en 1973 y traducido ya en más de cuarenta
idiomas.
Sinceramente, es un libro que recomiendo a todo aquel que le preocupe
en medio ambiente y la desigualdad social, entre otras muchas
inquietudes que el ser humano tiene. Cualquier dato, comentario o sugerencia
que tengan acerca de mi propuesta será muy bien
recibida.